domingo, 21 de septiembre de 2008

El material escolar






Te he hablado antes de la pizarra individual, como instrumento de trabajo. La recuerdo muy vagamente, lo que quiere decir que no estuve mucho tiempo usándola. Hoy quiero hablarte del resto del material, dejando ya a un lado la Enciclopedia.En aquellas toscas carteras que todos los años te dejaban los Reyes Magos, -y digo bien, porque cada año existía la necesidad de renovarlas, pues, al ser de cartón, en cuanto se mojaban, adios cartera y adiós todo-, se contenían el siguiente material básico: un cuaderno para todo tipo de actividades, un lápiz, un borrador y una pluma. Los más afortunados poseían un plumier, que era una especie de estuche en el que se guardaba el material de escritura, más un juego de lápices de colores, lujo que pocos podían permitirse. El número de lápices de una caja era normalmente de seis unidades: negro, blanco, amarillo, rojo, azul y marrón. Cajas con mayor número de colores eran todo un lujo y la envidia de toda la clase



Todas las mañanas se distribuía la tinta entre las mesas, que disponían de agujeros en los que se incrustaba un tintero, en el que se mojaban aquellas plumas metálicas con las que desarrollar todo el trabajo escolar, a excepción del cálculo, para el que se utilizaba únicamente el lápiz, por aquello de las equivocaciones y la necesidad del continuo borrar y corregir. Y pare usted de contar… Poquita cosa para lo que se lleva ahora, ¿verdad? Y sin embargo los alumnos dominaban el cálculo, escribían con corrección, con buena letra -¡se hacía caligrafía!-, con buena ortografía, con riqueza de vocabulario, con corrección sintáctica…Bueno, bueno, ¡para Pedro, que a más de uno se le van a subir los colores! No te creas que el maestro disponía de muchas cosas más… Para él, lo fundamental era la pizarra, un gran rectángulo de madera, o bien pintada en la pared, con su racionada tiza, que había que apurar hasta que te raspabas los dedos… En ella se copiaban los ejercicios colectivos, se dibujaban gráficos o esquemas, se explicaban los temas, se copiaban los dictados, las lecciones conmemorativas, las ocasionales… Aquello era como la pantalla de un gran ordenador cuyo “disco duro” era el maestro. Porque te digo, sabiendo a lo que me expongo, que aquellos maestros, sabían de todo. Circulaba por entonces un malhadado refrán que no hacía justicia a los maestros:”El maestro Liendre, que de todo sabe y de nada entiende”, que más bien se aplicaba al típico sabelotodo pero que los más malintencionados se lo aplicaban a nuestros respetables maestros. El maestro era como el “Google” de aquellos tiempos. Frecuentemente se les paraba por la calle para preguntarles, cosas tales como…-Don Fulano, tenemos una discusión entre mi amigo y yo; sáquenos de la duda: ¿La guerra de Cuba la empezaron los españoles o los americanos?O bien:-¿Conoce usted algún remedio para…..? O las más de las veces:-¿Me puede usted escribir una carta para mi hijo, que está en África? Y ya de paso me lee la que he recibido. El maestro disponía de unas láminas explicativas de Ciencias Naturales, Mapas Físicos y Políticos de España, Mapasmundi, que se colocaban en las paredes de la clase, un globo esférico, un ábaco y unos pocos libros, que los niños utilizaban para la lectura en clase: Hemos visto al Señor, Yo soy español, Mi primer Manuscrito… eran algunos de ellos.

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