viernes, 3 de octubre de 2008

Las bodas



Tradiciones ( las bodas )

Antes de narrar lo que fue mi adolescencia y juventud en los años 50, quiero contante, querido amigo, como era la sociedad de aquellos tiempos fijándonos en el reflejo de sus tradiciones, tan distintas y dispares, y, a veces, ilógicas, de las de ahora.
Cuando una pareja quería convertirse en tal, de cara al resto de la gente, el primer paso era que el novio entrara a hablar con los padres de la novia para pedir el consentimiento y aceptación de éstos. Si el pretendiente era aceptado, resultaba habitual que la novia comprara dos arrobas de lana que después iba a lavar a un río, arroyo o pilar a la vez que se preparaba una comida en el campo. Una vez que secado la lana en la casa, se abría todas las noches y esto formaba parte del tiempo que compartían los novios en la casa materna. La tradición marcaba que la pareja se casara cuando el hombre venía de la mili, "cuando había cumplido el servicio", según la expresión al uso.
Era en ese momento cuando se celebraba la ceremonia de pedir a la novia por parte del novio y los padres de éste, y al mismo tiempo se fijaba la fecha del "peditorio" y de la boda que solía celebrarse tres meses después. El peditorio podía ser más o menos abierto. En algunos sólo acudían los familiares más allegados mientras que en otros también asistían amigos y parientes más lejanos. La repostería y las bebidas dulces eran los protagonistas exclusivos del banquete: galletas, mantecados, roscos, caramelos y peladillas para los niños acompañados de una bebida muy popular entonces, el risol, de aguardiente y café. Para este acto se colocaban las sillas para los asistentes, pegadas a la pared, sin mesas, y se iba pasando una bandeja con un tipo de dulce para que cada uno se fuera sirviendo. Cada bandeja constituía una "rueda", siendo lo normal que se hicieran tres, con dulces distintos. Si se pasaba de estas tres ruedas se traducía en un síntoma del buen nivel económico de la familia. Lo asistentes solían llevar un pañuelo para envolver los dulces que les sobraba, para luego consumirlos en casa. Igual se hacían las ruedas con las bebidas. Una vez fijada la fecha de la boda, se iniciaban en la iglesia las amonestaciones que solían durar tres meses. El sacerdote las leía en las misas de todos los domingos. Como se sabe, ahora se exponen escritas, en un tablón de anuncios. El mismo tiempo debía estar la novia sin salir a la calle hasta el día de la boda.

(En la boda de mi hermana Encarnación)

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